lunes, 30 de enero de 2012

NIVELAR PARA ABAJO: EL PENDULO DE LA HISTORIA EN LA CRISIS DEL GAS EN MAGALLANES. A veces la historia parece un péndulo que vuelve rítmicamente a los

mismos extremos.

Hace 100 años Punta Arenas era una de las ciudades más prósperas de Chile. Prosperidad que se cimentó en 3 pilares: inmigración (social), ganadería lanar (atributo geográfico), régimen de puerto libre (económica). Tal conjugación de factores produjo un acelerado e impresionante desarrollo económico y social en apenas 2 décadas, la época de oro de Magallanes, que dejo profundas huellas, entre ellas una esplendida ciudad repleta de magnifica arquitectura que todavía maravilla a sus visitantes.
Sin embargo tanta prosperidad era muy mal vista por la aristocracia santiaguina. Años antes, cuando se definían los limites australes con Argentina, Barros Arana diría de la Patagonia que era una zona inhóspita y despreciable, “un yermo”, un desierto donde no florece nada, definiéndola así en su libro “Elementos de Geografía Física” el cual fue introducido como texto oficial de los liceos de Chile.
Al abrigo de esas y otras abyectas apreciaciones se pone término en 1913 al régimen aduanero especial de Punta Arenas.
Los argumentos que justificaban tal medida son impresionantemente similares a los que se dan hoy día para quitar el subsidio al gas: que la región vive un régimen de privilegios, que la calidad de vida es superior a la del resto del país, que tal situación es discriminatoria con el resto de los habitantes, que es necesario nivelar la situación con la realidad nacional y evitar abusos e incentivar en desarrollo, etc.
Volviendo a la historia de la aduana en Magallanes los beneficios que recibió el Estado con el impuesto fueron mínimos, la recaudación fue tan baja que en poco o nada abultaron las arcas fiscales de la época, tal como ocurre hoy con la recaudación que se recibirá del mayor valor del gas al quitar el subsidio. Sin embargo el efecto de la medida fue tremendo: los impuestos aduaneros fueron la lápida del floreciente comercio regional.
Vista la medida en la perspectiva de la historia mas parece una nivelación para abajo, dejar a la región tan al nivel del resto del país. Una situación de justicia, acabar con la fiesta de una vez por todas. Y lo lograron.
Los efectos no se hicieron esperar. El tráfico marítimo disminuyó drásticamente a niveles mínimos y el comercio general en la ciudad se desplomó rápidamente. El golpe de gracia vendría con la apertura del Canal de Panamá en 1914 y la segunda guerra mundial en 1918. Así Magallanes no debió esperar la crisis del 29 para su miseria pues ésta había comenzado antes con la decidía de las autoridades centralistas. La región se hundió en un letargo por más de 3 décadas, el despoblamiento y la desesperanza hicieron presa del pequeño cuerpo social, las familias afortunadas y los capitales emigraron a Argentina mientras la región se sumergía en una profunda crisis que duró hasta el descubrimiento de petróleo en 1945.
Efectivamente, fueron los hidrocarburos, petróleo y gas, descubiertos en Sprinhill en 1945 los que sacaron a la región de su estancamiento económico en un proceso de reconversión productiva que duro varias décadas. De esta manera surge ENAP en 1950. De esta manera Magallanes se convierte en la única región en Chile productora de hidrocarburos, aportando al desarrollo del país por mas de 50 años. Con recursos naturales provenientes de ese yermo que definía Barros Arana en el siglo XIX.
Se argumenta que la ENAP esta quebrada, sin embargo el subsidio tiene un peso marginal frente al monto del endeudamiento. Que la empresa esta en riesgo, sin embargo tiene participación en 19 empresas nacionales e internacionales, ha tenido utilidades de varios miles de millones de dólares durante los últimos años y además, como empresa, paga impuestos que ascienden al 17% del ejercicio anual. Impuestos que van al mismo Estado, o sea su dueño. Es decir meterse la mano en un bolsillo para ponerlo en el otro.
Esta forma de proceder solo encuentra justificación en la miope mirada neoliberal del desarrollo, esa que no acepta que el Estado tenga participación en el sector productivo, sin importar que se trate de áreas estratégicas para el desarrollo, y que sólo evalúa en función de resultados cortoplacistas y de utilidades.
Las regiones requieren un apoyo sustantivo y decidido del Estado para su desarrollo. Los procesos de desarrollo económico regional poseen inercias que están correlacionadas con sus tamaños. Economías más grandes y robustas como las de la capital resisten de mejor forma los embates producto de cambios en las políticas arancelarias y de subsidios que otras más pequeñas, con menores masas productivas no pueden absorber.
¿Qué aporte al desarrollo regional han tenido entonces las utilidades de ENAP a lo largo de 50 años de explotación? ¿Qué le queda a la región de Magallanes hoy, además de pasivos ambientales y subsidios efímeros? Son preguntas de geopolítica, que además ya están contestadas al otro lado de la frontera, donde el poblamiento argentino ha sido vertiginoso triplicando la población de Magallanes. Y este es un tema central en el desarrollo de esta austral región: Magallanes nace como región en un intento por evitar que dichos territorios fueran reclamados por franceses, ingleses… y luego argentinos.
Se trata de una región que en dos oportunidades en su historia ha tenido posibilidades de desarrollo sin depender del Estado nacional. En ambos casos el centralismo enfermizo de Chile ha asfixiado tales posibilidades en una mirada que no ve con buenos ojos el emprendimiento regional y el esfuerzo con buenos frutos, cuando este ocurre lejos de Santiago y de las cúpulas de poder. Hoy la región esta en su tercera reconversión productiva, desde los hidrocarburos hacia las actividades terciarias lideradas por el turismo. Ojala este golpe al subsidio del principal insumo energético de la economía regional no sea otra pesada lápida para el desarrollo de una región que debe luchar no sólo contra el agresivo clima y geografía, sino mucho mas contra el propio Estado, ese que debería estar al servicio del desarrollo de todo el territorio nacional y no solo preocupado de mantener los enormes privilegios de la clase asentada en la ciudad capital.

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