viernes, 3 de mayo de 2013

METABOLIZACION TERRITORIAL: UN PROBLEMA SIN SOLUCION TECNICA

Vivimos en una sociedad que ha transformado casi por completo la faz de la tierra. La agricultura mundial se soporta en territorios que otrora fueron frondosos bosques. Mas allá de las alarmantes tasas de deforestación de ciertos países - que ocupan la atención de organismos internacionales - el viejo mundo y parte importante de Asia y Norteamérica ya fueron deforestados en procesos devastadores desde el punto de vista ecológico durante los siglos XVII, XVIII y XIX. Hoy día tales territorios gozan del estatus de paisajes culturales, donde aquella intervención del hombre que alteró, modificó y en algunos casos exterminó el ecosistema preexistente, ha sido enaltecida como un valor para la civilización. No se ha medido la relevancia y magnitud de lo perdido. Las transformaciones antrópicas del territorio a gran escala traen implícitas este germen de perversidad, en algún momento dejan de ser modificaciones dañinas para pasar al estatus de paisajes a conservar.


El paisaje “natural” europeo, que a veces tanto seduce, es un constructo completamente artificial.  Rather en Saxon Switzerland National Park, Germany. Fotografía del autor. 

El caso del valle central de Chile es elocuente, que ha sido deforestado en gran magnitud, generándose un nuevo paisaje agrícola que ha desplazado al original de bosques frondosos. Hoy esos territorios además de ser la fuente de alimentación del país son un paisaje que se vende turísticamente como tal. El bosque, que ocupo esos territorios antes que el hombre, ya ha sido olvidado mientras el proceso de deforestación aún continua expandiendo las fronteras agrícolas y ganaderas.





Área deforestada en la región de Magallanes, Patagonia Chilena. Fotografía del autor. 

La sociedad actual, mientras ignora los efectos agregados que transforman el medio natural a gran escala, se concentra en proteger y gestionar pequeños elementos aislados o componentes ambientales, en un gestión menoscabada del medio natural que soslaya las mayores presiones que se producen como efecto del conjunto de las actividades sobre el territorio, de la sociedad sobre el medio natural y de las sinergias que surgen en ese actuar sistémico, como propiedad emergente que resulta en una pérdida neta de valores ecológicos y la desaparición de ecosistemas completos.
En su conjunto el metabolismo de las sociedades ejerce una presión sinérgica sobre el medio natural que se constituye en la principal amenaza para su protección a largo plazo. El paradigma actual de usos sostenibles, gestión del ambiente y, peor aún, de valoración de los servicios ambientales, no es adecuado para tales objetivos, pues coadyuva con el sistema en la dirección del detrimento ecológico, soslayando el efecto del conjunto. Hasta el momento no existe manera de asegurar una adecuada mantención de los sistemas naturales cuando se inscriben en la esfera metabólica de las sociedades. Quienes intentan validar aquello como posible, realmente están trabajando para aprovechar, utilizar e incorporar al metabolismo social los últimos saldos ecológicos de un territorio que por tales acciones pierde su principal condición: el de ser verdaderamente natural.



Patagonia, todavía quedan lugares verdaderamente naturales, aunque están en franco retroceso. Fotografía del autor. 

Es el dilema del iceberg que deja las relaciones entre sociedad y naturaleza sumergidas en un océano de ignorancia. La sociedad actual es sensible y conciente sólo de aquello que ocurre sobre el nivel de la superficie, al alcance de la percepción: la acumulación de riqueza y excedentes producto del actual sistema económico, en ciudades y sociedades que miden sus grados de éxito en guarismos miopes como el incremento del PIB. También existe conciencia, a veces con gran orgullo, de los denominados problemas ambientales, los que forman parte de la mayoría de las agendas gubernamentales, las agendas verdes. Sin embargo el verdadero marco de estas relaciones es el de la incertidumbre, donde se ignora no sólo la acumulación de efectos antrópicos sobre los compartimientos ambientales, sino también la magnitud de las explotaciones. Aún cuando el nivel de percepción se ha ampliado no es suficiente para dimensionar la magnitud del fenómeno. Mientras los flujos metabólicos permanecen desconocidos.


El dilema del iceberg. Fuente: Inostroza 2011.

Las sociedades anteriores a las actuales sociedades industriales poseían mecanismos para poder percibir sus interacciones con el medio ambiente natural. Las sociedades de cazadores recolectores se veían forzadas a realizar excursiones cada vez mas largas para encontrar alimentos adecuados si cazaban o recolectaban con demasiada eficacia. Estaban en condiciones de entender que había demasiadas bocas que alimentar para un determinado entorno y si era el caso moderaban culturalmente su reproducción. Las sociedades agrícolas por su parte eran capaces de aprender de las consecuencias cuando se explotaban demasiado los suelos o se tenían demasiados animales que alimentar. Sin embargo las sociedades industriales actuales experimentan que las materias primas son cada vez más baratas, que la agricultura produce bienes en exceso y que la población vive cada vez mas y mejor. No dependen del territorio sino se benefician de intercambios remotos y del transporte, manteniendo a su creciente fuerza laboral empleada la mayor parte del tiempo y mitigan las tensiones sociales mediante el crecimiento económico. Esto produce que la mayoría intente imitar los modos de producción y estilo de vida de estas sociedades.



Inlcuso en lugares tan distantes como la Patagonia, en el extremo austral del mundo, se intenta imitar los modos de produccion y de vivir de otras latitutes. Ushuaia. Fotografía del autor. 

Para Ortega y Gasset la técnica y el bienestar son sinónimos que implican la adaptación del medio a la voluntad del sujeto. En términos proporcionales analizando el porcentaje de población mundial que ha alcanzado esta meta, ciertamente es un problema que no tiene solución. Ese deseo del hombre de adaptar el medio a su voluntad para gozar de bienestar no se cumple para la gran mayoría de la población, sólo para algunas pocas sociedades privilegiadas mientras gran parte de la humanidad vive en condiciones precarias. Este contexto genera mucho del debate actual de sostenibilidad y desarrollo humano, la incapacidad hasta hora de modificar ese medio a nuestro antojo. Las modificaciones actuales han resultado más bien derivadas de decisiones tomadas sin mayor conciencia de sus reales consecuencias. 

Un supuesto implícito y casi universal en los análisis publicados en revistas científicas (profesionales y de divulgación) es que los problemas discutidos tienen una solución técnica. Una solución técnica puede definirse como aquella que requiere solo un cambio en las metodologías y técnicas de las ciencias naturales, y demanda poco o ningún cambio en el ámbito de los valores humanos o las ideas morales (Gared Hardin). 

El tema de los límites no es retórico o romántico, como se argumenta algunas veces para justificar los actuales patrones de desarrollo, es un tema científico: 

 Curvas de crecimiento exponencial al infinito sólo en matemáticas. En el mundo físico siempre giran y se saturan o declinan catastróficamente. Es nuestra responsabilidad como hombres pensantes hacer lo mejor hacia una suave saturación en vez de un crecimiento exponencial sostenido, que nos llevará a enfrentar problemas desconocidos y desastrosos (Denis Gabor).

Sin embargo la solución al dilema de los límites no es científica como sus argumentos, es un acuerdo social, que debe surgir de la conciencia sobre la magnitud de nuestras intervenciones y modificaciones sobre la naturaleza, donde se hacen necesarias nuevas formas de mensurar las relaciones que aun permanecen escondidas bajo el nivel de la superficie de las conciencias.