Existe
actualmente una confusión epistemológica en torno a los llamados problemas
ambientales donde se mezclan diversidad de temas: contaminación del aire, agua
y suelo, pérdida de diversidad biológica, manejo de sustancias tóxicas,
pobreza, deforestación, etc.
Sin
embargo para un abordaje del tema es necesario distinguir entre aquellos que
podríamos denominar problemas ambientales propiamente tales, entre los cuales
están todos aquellos efectos derivados de acciones humanas que afectan
directamente los ecosistemas antrópicos o hábitat humano, como: contaminación,
pobreza, etc. Estas problemáticas poseen hoy día una gran relevancia y han
generado conceptos como el de “verdificación del desarrollo”, en una aproximación
que entiende el problema básicamente como algo tecnológico, donde en la medida
que las formas de interactuar con el medio ambiente sean limpias éste estará a
salvo. El leit motiv de esta visión
es proteger los ambientes donde vive el hombre. Sin embargo en esta concepción
las prioridades de la naturaleza no existen.
En una
dimensión distinta están los problemas de la naturaleza, que más que
ambientales son problemas de una naturaleza en vías de extinción, que se mide
habitualmente como la pérdida neta de diversidad biológica. Sin embargo aquí
subyace otra forma de extinción, la territorial, el retroceso de las fronteras
de los ecosistemas naturales frente al avance de los antrópicos es también una
forma de extinción, donde desaparecen los últimos lugares vírgenes del planeta.
Frente a
esta disminución espacial de los ecosistemas naturales existe el consenso de
que el hombre es capaz de manejar los ecosistemas naturales. Este es un
concepto de manejo originado en la forma europea de ocupación y utilización del
territorio, propia de un continente altamente antropizado y donde el concepto
de naturaleza tiene un significado distinto que en la Patagonia. Sin embargo
pretender manejo del medio natural, que implica control y dirección, es
arriesgado frente al escaso conocimiento actual de los procesos ecológicos.
En la
Patagonia, donde todavía existen ecosistemas naturales sin la intervención del
hombre, cuando aparece el concepto de belleza escénica asociado a la
explotación turística, es una invitación subrepticia a la antropización de un
ecosistema natural, que encierra en sí misma un germen de alteración y
transformación del medio natural. Una forma de valoración social que los
incorpora silenciosamente al metabolismo de la sociedad, que los transforma en
objetos portadores de valor económico. Tal es sinónimo de extinción, donde
existe una pérdida neta de algo irrecuperable, territorios todavía sin
intervención del hombre. La conceptualización paisajística del territorio abre
la puerta para comenzar la transformación de un espacio que todavía permanece
en estado natural, situación que lo expondrá a un estadio final de
antropización o sea su extinción como territorio natural.
El
concepto de paisaje patagónico ganadero es otra forma de entender el territorio,
que no deja espacio físico ni conceptual para entender que aquello era un
territorio que albergaba un ecosistema que hoy día esta gravemente alterado y
altamente deteriorado por el hombre. Sin embargo la percepción que se tiene de
este paisaje es de “valor cultural” (Garcés 2009) el que surge de la agregación
de elementos físico-perceptuales naturales y antrópicos: praderas, estancias
ganaderas, ovejeros, ovejas, etc., sin distingo entre elementos nativos y
elementos alóctonos. El concepto de paisaje ganadero patagónico esconde las
graves y profundas alteraciones de lo que fue ecosistema natural, disimulando
su paulatino deterioro.
La
preservación hace fundamental el detener la gradiente de antropización de los
ecosistemas naturales, que comienza con la colonización, continua con la
apropiación y en fases avanzadas se transforma en ruralización y cuya expresión
final son los ecosistemas urbanos.
Desde tal
punto de vista en la Patagonia lo que hay que preservar son aquellas funciones
ecológicas básicas que permiten que esos ecosistemas mantengan su
funcionamiento natural en el largo plazo. Es decir evitar la antropización del
medio natural.
Volviendo
a la necesaria separación entre los llamados problemas ambientales y los de la
naturaleza, o de deterioro ecológico (Naredo 2004), existe la posibilidad de
que el hombre efectivamente sea capaz de superar sus problemas, que pueda
llegar a tener control, ya sea a través de la tecnología o controles sociales
de otro tipo, sobre los efectos que hoy día afectan el medio ambiente humano.
Sin embargo a las tendencias y patrones actuales tanto de crecimiento
poblacional como de aumento ingente de las tasas y flujos de materia y energía
en los ecosistemas antrópicos, insumos que vienen desde los ecosistemas
naturales, instaladas y mantenidas esas tendencias, ese futuro utópico de
sociedades con control de sus problemas ambientales será seguramente uno donde
la naturaleza como la conocemos hoy no existirá.